Esta no es una novela sencilla. Si bien es una novela
que se lee relativamente fácil, porque la prosa no es demasiado complicada, la trama resulta difícil, sobretodo por que en ella abunca el latín, que da pie a una cantidad
infinita de referencias culturales y filosóficas. Para mí, esta es una novela
cuyo fin dependerá del lector, de sus conocimientos y sobretodo de su interés, pues es
muy sencillo reconocerla como una simple novela negra, sin embargo, quien se adentre
en ella de verdad, se dará cuenta de es un entramado de temas complejos, cuyo entendimiento dependerá de captar bien sus ecos.
Eco nos transporta al año 1327 (siglo XIV), cuando Fray Guillermo de Baskerville (referencia a
Sherlock Holmes- El sabueso de los Baskerville), un monje franciscano y antiguo
inquisidor, y su inseparable novicio Adso de Melk, acuden a la Abadía
Benedictina, situada al norte de la península italiana, para esclarecer la muerte
del miniaturista Adelmo da Otranto. Durante su estancia en el lugar, van
desapareciendo más monjes, que al poco tiempo aparecen muertos. Lentamente y
gracias a la información propinada por otros monjes, Guillermo va esclareciendo
los hechos que rodean dichos asesinatos, descubriendo que el inicio de los
crímenes parecen ser unos antiguos tratados sobre la licitud de la risa que se
hallan en la biblioteca del complejo, denominada como la mayor del mundo
cristiano. Pero ahora cabe la duda: ¿quién es realmente el asesino y por qué ellos han sido sus
víctimas?
Puede lucir como cualquier novela policíaca,
pero no lo es. Conforme vamos avanzando, descubrimos, tal como Guillermo, que es más
que eso, partiendo del principio de Nietszche, que expone que no existen hechos, solo interpretaciones. Así sucede en El nombre de la rosa, un libro que desde su título es un entramado de secretos y claves. Cada persona,
dependiendo de su cultura, su religión, su personalidad, etc., puede darle una
perspectiva distinta al texto, pues en esta historia ambientada en la edad media, se plantea la existencia y el papel de Dios en la vida humana, los conflictos del
deber, la ética, lo correcto, lo que se necesita y un montón de temas más, narrados en primera persona por Adso de Melk, quien es fiel testigo de una época marcada por la filosofía y la ética, que esconde un mundo oscuro y lleno de secretos, apartado de la realidad.
Lo difícil de este libro son los aforismos
en latín, que pueden pasar por alto pues pueden resultar innecesarios. Sin embargo, en ellos se esconden una suerte de mensajes
embotellados, que revelan la verdadera intención de El nombre de la rosa. No lo voy a negar, al principio puede
resultar tedioso, por el tema de tener pedazos en un idioma poco común. Por ello, esta es una lectura que exige paciencia y tiempo, pues es un juego de interpretación, donde todo está entre dicho. Más de una vez, tuve que releer fragmentos del texto, para poder entender el significado de cada pétalo de rosa.
Además, Eco combina la crónica medieval con la novela negra y reconstruye
completamente la época, la forma de vida de los monjes en una abadía
benedictina, su ideología y forma de pensar en el siglo XIV. En su novela, se
funden la teología y el misterio, proponiendo una visión clara de una época tan conflictiva como esa. En este panorama, mi pasaje favorito es en el que Guillermo y Adso consiguen entrar en la
biblioteca. En él, el escritor describe con exactitud el estado de los libros y el laberinto que conforman. Con belleza y elegancia, narra con detalle la magnitud de ese lugar, paraíso para cualquier lector, que esconde los más maravillosos secretos del mundo.
En fin, espero que lo lean, pues es una experiencia única. Como dice su última frase: Stat rosa prístina nomine, nomina nuda tenemu ((Aunque) persiste el nombre de la rosa
primigenia, (sólo) el nombre desnudo tenemos). En definitiva, una
novela que me encanta, llena de cultura y de sabiduría que les recomiendo muchísimo, espero que no la dejen pasar.
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