Fausto le vendió su alma al diablo a cambio de volver a ser
joven, pero conservar su mente de anciano. Goethe tomó la leyenda y la dotó de
un valor filosófico y humano, para construir una novela dividida en dos partes,
donde hace una búsqueda de lo absoluto y de la plenitud de la vida,
convirtiendo al personaje en el prototipo del hombre siempre insatisfecho, así
como un reflejo del destino de la humanidad. Desesperado y desengañado por el
intelecto, parte de su tragedia que es la vida misma para proclamar la acción
como principio del mundo, llevando consigo el dolor inevitable de toda
elección.
A pesar de que me ha gustado mucho, debo admitir que la
primera parte es mucho mejor que la segunda, pues en ésta el escritor se
enrolla demasiado y no llega a nada del todo concreto. Sin embargo, una no
puede existir sin la otra. A lo largo de la primera parte, Fausto va sintiendo
la insatisfacción, la tragedia y el final de los pactos, que se revela en la
segunda parte. En un primer momento, vemos al pequeño mundo temporal en el que
él se desarrolla, mientras que en la segunda somos participes de un
macrocosmos, que hace que Fausto cambie su manera de ver las cosas, debatiéndose
entre el amor y el poder, realizando la conexión final entre ambos libros,
representando los ideales del romanticismo, colocando lo emocional sobre lo
racional.
Goethe construye relaciones que giran en torno a Fausto muy
interesantes. Por una parte, tenemos a Mefistófeles, que representa para él la
capacidad de volver a ser joven y demostrarle que aún hay misterios del mundo
que no conoce. Es él quien le devuelve la pasión que lo movía antes de ser un
sabio y conduciéndolo para que caiga en sus manos. Por otra parte, está
Margarita, que lo dota de ese sentimiento de amor adolescente, con una pasión
que los embraga y que se quebranta enloqueciéndolos a los dos, gracias a los
pactos realizados.
El alemán también resalta características muy humanas,
sacando a flore los sentimientos, las emociones y la pasión, que son la
liberación y la condena de Fausto. Lo esencialmente humano va de la mano con el
mal, como si se alimentaran mutuamente, en un limbo entre lo bueno y lo malo,
modelando al personaje de Fausto hasta llegar a un final inesperado.
Es precisamente esa lucha entre luz y oscuridad lo que
mantiene a un libro como Fausto en pie. Además, se apoya en la idea de que el amor
lo puede todo para encaminar la idea de la eterna juventud, como fin para
ampliar la experiencia y convertir al personaje en un súper-mito, acompañado
del caos que contrae Mefistófeles, que huye a ninguna parte y que nos da pie a
reflexionar ¿qué precio pagaríamos por poseer todo el conocimiento del mundo?
En definitiva, Fausto es un libro increíble. No tengo más
palabras, él puede más que yo.
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