Tras ser testigo de la desigualdad entre clases, la explotación injusta de los campesinos y el miedo a la dictadura, Asturias no lograba comprender las razones por las que tales circunstancias sucedían y cuál era la forma de acabar con ellas. Por ello, al trasladarse de Guatemala a España comienza a tomar consciencia de los valores escondidos tras la cultura tradicional de los ya conocidos hombre de maíz, confrontando sus ideas y estilos para construir El señor presidente, que denuncia y trasciende los ecos surgidos en la memoria colectiva a partir de la resonancia de lo vivido y las fantasías oníricas asimiladas gracias a la cruda realidad de la vida.
Partiendo del realismo mágico, Asturias nos permite
vislumbrar desde su estilo la cultura dictatorial latinoamericana que se ha
visto desde el siglo XIX. Es un libro maravilloso que nos describe momentos
políticos de la época, enfocándose en el presidente Manuel Estrada Cabrera que
mandaba en Guatemala, de una manera jovial y amena que nos lleva a transportar
nuestra realidad a esa época lejana, aprendiendo el cómo las raíces culturales
tan arraigadas en el misticismo influyen en nuestra vida diaria.
Hace una versión paródica de un drama que refleja parte de
lo que se vive en un país en dictadura, de una manera muy cruel y muy cruda,
que suaviza con personajes tan absurdos que lo único que dan es risa. Comenzamos
con el Presidente, que se encuentra en una realidad mítica, a la cual no
tenemos acceso, pues está reconstruida a partir de la percepción de los demás,
en una revisión del régimen de Cabrera que es solo un reflejo de lo que el personaje
representa, pues a través de él el escritor coloca sobre sí la corrupción
política, en una deidad maligna, adorada y elevada, rodeada de un hilo de
misterio, que se genera a través de acciones que hacen transformaciones
existenciales en lo que creemos que es su ser. Por otro lado tenemos a Miguel
Cara de Ángel, más malo que el diablo y el asesor confidencial del Presidente,
que lucha para permanecer leal al dictador frente a la crueldad que transmite,
intentando reafirmar su existencia absoluta y relacionarlo consigo mismo,
tratando de cumplir un propósito moral que va más allá de lo que puede
controlar.
Son, en resumen, personajes muy bien construidos que logran capturar el
ambiente depresivo, represivo y lleno de miseria que trae consigo régimen como
este, con descripciones notables que nos llevan a los sitios descritos. Dentro
de la crudeza de nuestra realidad y la realidad tras la crudeza de este libro,
Asturias adorna una realidad tal y como los dictadoras lo hacen, reflexionando
sobre el destino de América Latina, marcado por gobiernos que no son más que
dictaduras disfrazadas de revolución.
Tras el realismo mágico, el escritor se enfrenta a la realidad y la
desentraña para descubrir lo que se esconde tras la vida y los actos humanos,
mostrando la misteriosa relación entre el hombre y las circunstancias que lo
rodean. Todo lo que sucede no tiene una explicación lógica, pues no intenta
copiar la realidad que nos rodea, sino de captar lo que se oculta tras lo
cotidiano, expresando emociones que viven tras ello. El señor presidente es
también una novela del dictador, ya que personifica la dictadura en un
personaje y sienta las bases para generar un nuevo estilo literario. Asturias
revela una realidad profunda arraigada en la psique humana, proyectando la
realidad en términos relativos y figurativos, a través de escenas temporales y
ficticias, desafiando al estilo narrativo tradicional, transmitiendo los temas
a través de personajes, repitiendo patrones para sentar el propósito del libro.
Además, desdibuja la separación entre el sueño y la realidad, mantenidos
por el miedo, a través del cual el Presidente logra obtener la popularidad que
tiene, elevando su mandato al plano mítico, que se impone a la realidad, porque
los sumerge en una irrealidad que no les permite ser conscientes de lo que
viven, ocultando la verdad para volvernos inmunes a ella. Utiliza la escritora
como un medio de poder, teniendo al lenguaje como el enemigo de la dictadura,
así como la esperanza, que queda reprimida, pisoteada y abandonada.
Es así como Miguel Ángel de Asturias reflexiona que la dictadura aliena
e impide el desarrollo del país. «Los "pequeños
paquetes humanos" del mundo de Asturias, terminan destruyéndose a sí
mismos, desintegrándose por las mismas fuerzas que ellos mismos pronunciaron»,
dicen los críticos, dando a entender que los personajes se deshacen por sus propias
acciones y palabras en la medida que el Presidente las usa y tuerce. La tiranía
del lenguaje paralela de forma perversa la opresión política que es
omnipresente en el mundo de Asturias, sosteniendo que «en un sentido filosófico, Asturias ha
afirmado de forma elocuente la validez de la experiencia individual».
En definitiva, a través de un mundo onírico, el escritor
reflexiona sobre las dictaduras que se mueven en un continente marcado por
ellas. Como venezolana, veo reflejado a mi país en este gobierno, la
corrupción, la violencia y el miedo en lugar de la disputa, por ello, esta es
una novela indispensable.
Hola, el libro me parece súper bueno, es difícil que a muchas personas les guste este tipo de lecturas, pero creo que cuando el autor puede poner en un libro la realidad de lo que llega a vivir una sociedad, vale la pena leerlo.
ResponderEliminarMe lo apunto para leer.
Gracias por la recomendación, saludos desde Kiwybooks.blogspot.com