Por último, el corazón, Margaret Atwood, #LEOAUTORASOCT.


Bajo el ámbito de la ficción especulativa, Atwood presenta a Stan y Charmaine, víctimas de la debacle económica que, tras perder la casa, empiezan a malvivir en su auto, con los pocos ingresos que ella consigue en un bar de mala muerte. Sin embargo, su vida cambiará cuando se topen con el Proyecto Positrón, un experimento social en el que los habitantes de Consiliencia se dividen en dos miembros: unos se recluyen en la Penitenciaría para mantener el sistema y otros disfrutan de la plena libertad, en una vida de clase media. Luego de un mes, intercambian sus roles y es ahí cuando nuestros protagonistas descubren que la ciudad no es el paraíso que habían imaginado, viéndose envueltos en una serie de disparates, que los llevan a un torbellino de lujuria lleno de cuestionamientos sobre sus valores y sentimientos más profundos.
Bajo la premisa de que, si las cárceles son un medio infalible de ganar dinero, ¿por qué no convertir a una ciudad que prospere a partir de que sus habitantes sean prisioneros? “Dado que no era realista esperar que se certificase que el 50% de la población tenía antecedentes penales, lo más justo era que todo el mundo tuviese que hacer turnos: un mes dentro y un mes fuera. ¡Imagínense lo que se ahorraría si cada vivienda la utilizasen dos grupos de residentes! La multipropiedad lleva a su conclusión lógica”.

No es una novela sencilla, ni mucho menos tranquilizadora, pero sí muy persuasiva, que con una voz burlona, descarada y escéptica, que insiste en que somos nosotros los causantes de nuestros problemas. La ficción especulativa es un género difícil de trabajar, que Atwood maneja a través de una dualidad entre sueño y pesadilla dentro de la ciudad de Consilience, que ofrece un símbolo bifurcado, porque propone a un estilo de vida acomodado que se mantiene gracias a la clandestinidad y la esclavitud, solo que ahora los explotados y los que se benefician son los mismos.

Por último, el corazón gira en torno a la progresiva extinción de la clase media y los entresijos de la pareja moderna, mostrando su intimidad, sus crisis y sus demonios. Es, sin duda, un fascinante salto a lo absurdo acerca del dominio, el deseo, el amor y la independencia, dentro de dos seres que nunca llegan a resolverse y que se plantean ideas acerca del control que queremos ejercer sobre nuestras acciones y nuestra mente.

Además, la autora ataca directamente a las represiones limitadoras de la fantasía burguesa, bajo una metáfora contra la que los protagonistas se revelan, intentando reconquistar su libertad, en una batalla entre la monogamia y la realidad del deseo humano, que conlleva al cruce entre el sexo y la dominación, el amor y el libre albedrío; narrado con la imaginación y el sarcasmo característicos de la canadiense que, página por página, realiza una indagación continua, con nuevas sorpresas y temáticas por descubrir.

Me reservo el significado del título porque el libro perdería la magia. Lo único que sé es que Por último, el corazón, hace de una situación una norma y del eufismo algo tangible, a través de prostibots que amenazan con acabar con la humanidad. Atwood hace una réplica de una sociedad con una visión hacia el futuro donde la crisis, la violencia y el egoísmo reinan. En definitiva, imprescindible.


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